Keynes pensaba que “los métodos simbólicos pseudo matemáticos para formalizar un sistema de análisis económico […] permiten que el autor pierda de vista las complejidades e interdependencias del mundo real en un laberinto de símbolos pretenciosos e inútiles”.
Impacto del coronavirus en la economía. Imagen tomada de El Mundo
La Covid-19 no solo ha mostrado problemáticas nuevas, también ha sacado a relucir las deficiencias que han estado presentes en el modelo económico previo a la crisis (Mazzucato, 2020). Muestra de esto es que, en el plano económico, la pandemia no ha afectado de manera homogénea a toda la población, ya que distintos subgrupos poblacionales como las mujeres y los jóvenes han tenido que sufrir en mayor proporción los efectos de la crisis, como mayores tasas de desempleo y desigualdad social (UAB, 2020).
Mientras las deficiencias se han tornado más visibles y, una vez más, el sistema económico está en jaque, debemos preguntarnos si está sesgada la forma de analizar la economía bajo todas sus aristas, esto es, sus prácticas, conceptos, teorías, métodos y metodologías preestablecidas y en qué medida esto perjudica a la sociedad. ¿Qué se puede esperar con respecto a la forma en la que el análisis económico aborda la crisis ocasionada por esta pandemia?
Creo que que los economistas [1] sufren de un sesgo, que se ha gestado a lo largo del desarrollo de la economía como campo de conocimiento. Algunos de los fenómenos que han marcado este mismo son dominancia, homogeneización y exclusión. Estos fenómenos han producido un análisis económico incompleto sobre distintas problemáticas de la sociedad (e. g., acerca de la discriminación de género o la desigualdad), lo que ha llevado a un análisis monocromático acerca de un mundo de colores. Esta crisis causada por la covid, al ser un evento sin precedentes, requiere dejar de lado este sesgo, para poder proponer políticas públicas que ataquen la raíz del problema, yendo más allá de los análisis simplistas de maximización de la utilidad de individuos plenamente “racionales”, maximización del beneficio, de la oferta y demanda agregada, entre otros.
- Ver Retos para la reactivación económica de Colombia en 2021.
- Ver Utilitarismo, más allá de la utilidad marginalista.
- Acerca del sesgo y sus componentes
Cuando se piensa en el sesgo económico se tiende a pensar más en los fenómenos que alimentan el sesgo, que en el sesgo per se, de manera que resulta necesario aclarar cuáles son los fenómenos, cuál es el sesgo y definir cuáles son sus relaciones.
Dominancia
Cuando la relación entre los economistas y las decisiones de un gobierno, qué políticas públicas crea, ejecuta, qué considera como problema, qué soluciona, qué prioridades tiene y cómo lo hace, su influencia es muy marcada a comparación de especialistas de otros campos de las ciencias sociales. ¿Por qué sucede esto? La respuesta no necesariamente radica en que sus soluciones sean mejores que las otras, sino que podría responder más a la marcada dominancia que tiene la ciencia económica sobre los campos de las ciencias sociales.
Podríamos decir que esta dominancia se gesta desde finales del siglo XVIII e inicios del siglo XIX, cuando economistas como David Ricardo o John S. Mill argumentaban cómo debían llevarse a cabo los movimientos de los soberanos para garantizar prosperidad en el reino. No obstante, solo fue con la creación de los estados modernos, y con los procesos de formalización que se consigue su hegemonía (Morgan, 2012). A diferencia de las otras ciencias sociales, esta ofrecía ahora más solidez gracias a la cuantificación de fenómenos sociales, que daban luces del “apropiado” análisis de la economía como objeto.
La predominancia de la economía como profesión en el ámbito social ha ocurrido también por su carácter de entendimiento internacional, las habilidades comunicativas que requiere y su obsesión con una racionalidad enfocada hacia la eficiencia. Pero haciendo esto ha ignorado otro tipo de racionalidades que provienen de otras ciencias sociales y abarcan un carácter social, sensible al género y a la diversidad.
Con respecto a esto, Motecino (2001) explica que la socialización profesional de los economistas los prepara para ver al mundo de manera formal, alejada de fenómenos no cuantificables. Luego, se evita la posibilidad de una economía incluyente, puesto que estos discursos poco ortodoxos se dirigen a la identidad misma de la disciplina, sus valores centrales de objetividad y rigor y su lugar en la jerarquía (Motecino, 2001). Este sesgo por desconocimiento no permite que la teoría ortodoxa sea más completa en su entendimiento de cómo funciona la sociedad.
Este sesgo de la dominancia nace en el desconocimiento de los planteamientos de otras ciencias sociales, en el cómo abordar un mismo problema desde distintas ópticas, bajo la creencia de que se está en el mejor de los análisis posibles. El economista que fue educado con el arraigo a la idea dominante ve como problemas ciertos fenómenos, eventos y parámetros, proponiendo soluciones de igual magnitud de importancia, invisibilizando todos los que no estén bajo ese espectro, que sí son tenidos en cuenta por otros campos de la ciencia social (ISIPE, 2014).
Exclusión
Con el paso del tiempo, los economistas han elaborado dogmas en los que la verdad tiene más validez si lo dice un hombre, egresado de cierta universidad, con ciertas afinidades al paradigma económico dominante (Rozo, 2006). No tienen cabida argumentos que muestren que hay deficiencias en la teoría económica, posturas alternativas u ópticas de otros campos de conocimiento. Este fenómeno tiene su punto de partida justo cuando inicia la dominancia de las ciencias económicas, desde la creación de los estados modernos. Así lo explica Leonard (2016) para aquella época la relación entre los economistas y las demás personas no pasaba de ser una relación científica en la que había un investigador y un objeto de estudio.
En ese orden de ideas, el sistema se fundamentaba bajo el mando de personas desconectadas con la realidad, excluyendo de la toma de decisiones a agentes que estaban directamente afectados por las decisiones de estos. A partir de este momento se comienza a aislar paulatinamente la economía del resto de ciencias sociales, marginando estos otros campos. Aunque han existido esfuerzos por reformar la economía ortodoxa, para producir paradigmas teóricos alternativos, fomentar la cooperación interdisciplinaria, generar nuevas vías para la enseñanza de la economía y apoyar la implementación de políticas progresistas (Motecino, 2001), los resultados no han sido fructíferos, quizás por la jerarquía que la misma ciencia social exige o tal vez por la estabilidad y prudencia que la misma trata de demandar.
Incluso desde lo que hoy podría ser la ortodoxia, los economistas han excluido formas distintas de analizar la economía. Rogoff (2002, p. 9) plantea que “[…] más de un puñado de economistas internacionalistas guarda las cicatrices de no haber podido publicar, en los años de la ‘represión neoclásica’, artículos sobre la rigidez de los precios”. Esto solo ha tenido consecuencias sobre la capacidad de los economistas de dar explicaciones y soluciones sólidas acerca de los problemas que han ocurrido. Por ejemplo, en la crisis subprime, el análisis dominante no mostraba que pudiese haber una crisis, aunque enfoques diferentes como Roubini y Keen (2006) sí previeron la existencia de esta. No obstante, como lo planteado no era acorde a lo que podríamos llamar el “saber convencional [2], fueron marginados.
El sesgo que induce la exclusión, más allá de la falta de visión, produce sobre el análisis un problema de subjetividad bajo el que todas las propuestas están enmarcadas para solucionar las mismas problemáticas. En general, esto explica por qué y cómo se marginan las problemáticas de distintos subgrupos poblacionales, pues al haber tanto hermetismo dentro de la jerarquía de la disciplina, las visiones de diversidad que podrían ampliar el espectro de análisis son ignoradas, evitando así ir más allá de lo que la teoría dominante plantea como problema (Lynn, 2003).
Homogeneización
La formalización es un hecho que ha cambiado la forma de ver la economía, pues tuvo una alta influencia en el proceso de desvinculación entre lo político y lo económico (Breslau, 2003). Keynes (1924, p. 51) pensaba que “los métodos simbólicos pseudo matemáticos para formalizar un sistema de análisis económico […] permiten que el autor pierda de vista las complejidades e interdependencias del mundo real en un laberinto de símbolos pretenciosos e inútiles”. Esta postura, desde el otro lado de la teoría económica, fue apoyada por Hayek (1974).
La formalización en la disciplina económica indujo un problema sobre la forma de analizar la economía: la homogeneización de formas heterogéneas. Con respecto a esto, Motecino (2001, p. 90) menciona que
Los economistas utilizan irreflexivamente supuestos que se corresponden más estrechamente con la experiencia de los hombres. Su unidad de análisis no son los grupos, las instituciones o la sociedad, sino los individuos. Los modelos basados en premisas universalistas y ciegas al género no pueden reconocer o dar cuenta de los patrones de comportamiento claramente distintivos. [traducción propia]
Por lo tanto, al homogeneizar la población y sus fenómenos, se comienza a invisibilizar a los subgrupos poblacionales y, a su vez, se reduce el espectro de análisis. De esta manera, se entra en un sesgo de información, pues se elaboran hipótesis y se trabaja para resolver problemas para individuos que no son del todo reales. Piense que un individuo representativo no logra mostrar las diferencias y, por ende, la complejidad de la sociedad. Entonces, por basarse en esto, se omite tanta información que simplemente se vuelve un análisis incompleto (Krueger, 1991). Y, a pesar de que la formalización de la economía les ha brindado un lugar predominante respecto a otras ciencias sociales, esta también ha generado consecuencias negativas sobre los alcances de los economistas sobre la misma.
- El sesgo económico, su enseñanza y sus implicaciones sobre el covid
El sesgo económico es un problema que tiene tano distintas aristas como número de afectados. La solución es un análisis más incluyente, interdisciplinario, con mentalidad ética y sensible al género. Un primer paso es cambiar la forma en la que se enseña economía. Con respecto a esto, Streeten (2017) menciona que “en cuanto economista, es un mejor teórico si sabe filosofía, y un mejor economista aplicado y empírico si sabe ciencias políticas e historia” (Streeten, 2007, p. 40). Esta visión concuerda con la postura de los economistas como las aves raras expuesta por Keynes (1924). Al enfatizar sobre la enseñanza de campos como filosofía, política o sociología permitirán que, por el análisis diverso de estas áreas, el sesgo sea reducido al menos en un primer momento. Los nuevos tecnócratas tendrán un espectro de análisis más amplio y, por tanto, tenderán a hacer políticas más incluyentes (Ramírez, 2017). No obstante, esto no parece que fuese a ser un evento disruptivo, sino más bien un evento progresivo.
Luego, ¿qué se puede decir de la crisis causada por la covid y su tratamiento teniendo presente lo tratado hasta ahora? En sí, se pueden esperar medidas que no van más allá de lo propuesto por Keynes (1936, cap. 22), propuestas encaminadas a nivelar la demanda agregada, la oferta monetaria o el tipo de interés. En general, medidas en favor de mejorar el PIB y generar más empleo. Ahora bien, estas soluciones son deseables pues mejoran el bienestar de un gran segmento de la población. Sin embargo, desconocen los sesgos hacia algunos subgrupos poblacionales, que siguen en aumento. Muestra de lo anterior es que, para afrontar la crisis, gobiernos como el estadounidense han optado por
[liberar] de 50.000 millones de dólares de fondos federales, que se sumarían a los 8.300 millones de dólares para apoyar a las personas que se quedaran sin empleo como consecuencia de las medidas restrictivas que a nivel local se estaban implementando y que el Congreso tenía pendiente de aprobar […] La Reserva Federal anunció seguidamente el recorte de los tipos de interés a prácticamente cero junto con otra serie de potentes medidas (Encina, 2020, párr. 8)
Tal enfoque parece suponer que los efectos de la crisis han afectado a la población de manera homogénea, cuando en realidad las cifras muestran que aquellos grupos con problemas antes de la crisis han sufrido en mayor proporción dichos efectos (Mazzucato,2020). Por ejemplo, en países como el nuestro en los que el desempleo juvenil ha alcanzado cifras superiores al 33% (DANE, 2020) y el sesgo de género ha sido un problema en los últimos años, se han promovido sectores como el de construcción para la recuperación, aunque este no demande jóvenes o mujeres en gran proporción, y desatendiendo que en el país 4 de cada de 10 hogares tienen jefatura femenina (DANE, 2018), por lo que privan directamente a casi la mitad de los hogares colombianos de los beneficios de la recuperación.
Con la presencia del sesgo, también se han obviado las interrelaciones que hay entre el sector educativo y el mercado laboral, no solo por la afectación de los jóvenes a la hora de acceder a su primer empleo, sino por el impacto que tiene la presencialidad de los jardines y los colegios, sobre la participación de las mujeres en el mercado laboral. Hasta el momento se han planteado programas de subvenciones tributarias, que han omitido las interacciones entre los sectores y los agentes económicos y, por esto, han sido insuficientes para solucionar estos problemas, presentando efectos espurios (Gherardi & Rodríguez, 2008). Ante la pandemia hay que probar alternativas como la renta básica universal o las propuestas que se han llevado a cabo poro con enfoque de género. Aun así, de mantenerse todo en el mismo rumbo, es muy probable que al terminar la crisis los problemas de fondo sigan ahí (Mazzucato, 2020).
El sesgo económico es, entonces, por construcción, un problema que produce un análisis incompleto, pues no aborda las complejidades de una sociedad al estar atado a supuestos irreales, dogmas excluyentes y una absurda supremacía sobre otras disciplinas. Por lo mismo, sus soluciones no son eficientes y, por el contrario, son planteamientos que no logran atacar los problemas de raíz. Bien lo escribía la Reina Isabel en su carta: ¿por qué su actuar tan mediocre y su incapacidad para prever contingencias?
La respuesta a la la pregunta de la Reina y su solución debe estar encaminada a promover un análisis mucho más plural. No obstante, los impedimentos en cómo cambiar las instituciones que promueven y avalan este sesgo son muchos. Así, un primer paso para transformar esto, puede iniciar en las universidades, en la forma en la que se enseña economía, y no seguir enseñando los mismos enfoques. Con respecto a la covid, los gobiernos pueden iniciar una reactivación económica a través de políticas públicas diferenciadas (entre hombres y mujeres o jóvenes y viejos).
Referencias
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DANE (2020) Boletín técnico Mercado laboral – junio 2020. Autor
El ESPECTADOR (julio de 2018) Cuatro de cada diez hogares en Colombia tienen jefatura femenina. Redacción economía. https://www.elespectador.com/noticias/economia/cuatro-de-cada-diez-hogares-en-colombia-tienen-jefatura-femenina/
Encina, C. (marzo de 2020) EE. UU. frente al COVID-19. Real Instituto Elcano. http://www.realinstitutoelcano.org/wps/portal/rielcano_es/contenido?WCM_GLOBAL_CONTEXT=/elcano/elcano_es/zonas_es/ari29-2020-garciaencina-eeuu-frente-al-covid-19
Gherardi, N. y Rodríguez, C. (2008) Los impuestos como herramienta para la equidad de género: el caso del impuesto a las ganancias sobre personas físicas en Argentina. CIEPP. Documento de trabajo no. 67.
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UAB (mayo de 2020). El confinamiento afecta más a las mujeres y los jóvenes. Sala de prensa. https://www.uab.cat/web/sala-de-prensa/detalle-noticia/el-confinamiento-afecta-mas-a-las-mujeres-y-los-jovenes-1345667994339.html?noticiaid=1345811226847
Notas
[1] Por practicidad, cuando nos refiramos a” los economistas”, haremos referencia a los tecnócratas que están de acuerdo con el paradigma económico dominante, que, a la vez, son hombres blancos. Este término está basado en la descripción provista por Motecino (2001).
[2] El saber convencional es un término acuñado por Paul Krugman en su libro el internacionalismo moderno de 1996. Su significado hace referencia a todo lo que los economistas consideran como cierto más allá de que la evidencia empírica muestra que no es así.
Juan Acevedo es estudiante de Economía de la Universidad Nacional de Colombia. @Soyjuan_acevedo